Ahora, un estudio neurológico realizado en la Argentina consiguió explicar qué pasó en la cabeza de Parrado que le permitió llevar a cabo su increíble hazaña. El estudio fue realizado por el investigador y médico Conrado Estol, presidente de la Asociación Cerebrovascular Argentina, quien lo publicó en la revista especializada Lancet Neurology.
Este investigador se concentró en averiguar exactamente qué mecanismos hicieron posible la sobrevida de Parrado en los Andes, un accidente que se cuenta en la popular película Viven (1993). "Algunos piensan que ha sido un milagro, pero lo cierto es que este estudio demuestra que hubo una combinación de factores que le permitieron superar el mal momento", dijo Estol a Clarín. Las tres situaciones que lo "ayudaron" fueron: Parrado sufrió fracturas en el cráneo por la caída del avión, estuvo en coma, y luego sufrió hipotermia y deshidratación. "Paradójicamente, esos problemas tan dramáticos fueron los que le ayudaron a mantenerse con vida", sostiene el neurólogo.
Parrado tenía 19 años en el momento del accidente. Iba con su equipo de rugby en el avión que había partido desde Montevideo, su ciudad natal. El avión se partió por la mitad, justo por detrás de la fila donde Parrado estaba sentado. Su madre, su hermana y un amigo (que estaban sentados junto a él) murieron por causa del impacto. El sufrió fracturas en el cráneo, cuyas huellas el investigador Estol pudo comprobar al hacerle un examen en 2006. También le hizo una tomografía computada que reveló asimetrías sugestivas de un proceso de reparación. Parrado le recordó: "Cuando desperté, podía palpar mil fragmentos en mi cabeza". Esas fracturas del cráneo permitieron que la inflamación del cerebro (edema cerebral) se descomprimiera sola.
Parrado entró en coma y sus compañeros lo dieron por muerto. Lo colocaron en la entrada del fuselaje del avión y quedó expuesto al frío a 4.000 metros de altura. Al estar en ese lugar, la temperatura de su cuerpo descendió por debajo de los 36,7 grados (es decir, sufrió hipotermia). Por si fuera poco, durante los tres días que estuvo en coma, no recibió alimento ni agua y se deshidrató. Estas circunstancias hicieron que la vida de Parrado siguiera. Porque la inflamación del cerebro pudo expandirse a través de las fracturas y no lo mató. La deshidratación por la falta de agua y de alimentos y la altura limitó el crecimiento del edema cerebral. Y el frío permitió prolongar la sobrevida de las neuronas dañadas por el golpe.
Cuando despertó espontáneamente después de estar en coma, Parrado preguntó por su madre, que ya estaba muerta, y se arrastró hasta donde estaba su hermana en estado grave. "Esto demostró que no tuvo secuelas neurológicas. Su memoria y su capacidad cognitiva se conservaron en buen estado", afirmó el investigador Estol.
Después de una avalancha en la cordillera, Parrado con otros sobrevivientes intentaron varias salidas. Y fue él quien el 12 de diciembre de 1972 salió con otros dos compañeros rumbo al oeste para encontrar los valles de Chile. Pasó 10 días caminando sin mapa hasta llegar a dar con un arriero, quien ayudó para rescatar a los sobrevivientes que habían quedado en el lugar del accidente. "Hay que irse", fue la frase que guió a Parrado.
"Entonces, tuve un pensamiento poderoso como un rayo: no sé cómo ni cuándo, pero mientras esté vivo, voy a luchar por eso. Voy a atacar esas montañas con furia, voy a tratar de escalarlas, voy a buscar mi vida hasta que pueda y, como sospecho que no podré, pues moriré luchando, y cuando mi rostro pegue contra el hielo me levantaré de nuevo, hasta que llegue un momento en que no consiga incorporarme más", según contó Parrado en el libro La Sociedad de la nieve, del escritor y periodista uruguayo Pablo Vierci, publicado por Sudamericana el año pasado.
Ahora, un estudio neurológico realizado en la Argentina consiguió explicar qué pasó en la cabeza de Parrado que le permitió llevar a cabo su increíble hazaña.El estudio fue realizado por el investigador y médico Conrado Estol, presidente de la Asociación Cerebrovascular Argentina, quien lo publicó en la revista especializada Lancet Neurology.
Este investigador se concentró en averiguar exactamente qué mecanismos hicieron posible la sobrevida de Parrado en los Andes, un accidente que se cuenta en la popular película Viven (1993). "Algunos piensan que ha sido un milagro, pero lo cierto es que este estudio demuestra que hubo una combinación de factores que le permitieron superar el mal momento", dijo Estol a Clarín. Las tres situaciones que lo "ayudaron" fueron: Parrado sufrió fracturas en el cráneo por la caída del avión, estuvo en coma, y luego sufrió hipotermia y deshidratación. "Paradójicamente, esos problemas tan dramáticos fueron los que le ayudaron a mantenerse con vida", sostiene el neurólogo.
Parrado tenía 19 años en el momento del accidente. Iba con su equipo de rugby en el avión que había partido desde Montevideo, su ciudad natal. El avión se partió por la mitad, justo por detrás de la fila donde Parrado estaba sentado. Su madre, su hermana y un amigo (que estaban sentados junto a él) murieron por causa del impacto. El sufrió fracturas en el cráneo, cuyas huellas el investigador Estol pudo comprobar al hacerle un examen en 2006. También le hizo una tomografía computada que reveló asimetrías sugestivas de un proceso de reparación. Parrado le recordó: "Cuando desperté, podía palpar mil fragmentos en mi cabeza". Esas fracturas del cráneo permitieron que la inflamación del cerebro (edema cerebral) se descomprimiera sola.
Parrado entró en coma y sus compañeros lo dieron por muerto. Lo colocaron en la entrada del fuselaje del avión y quedó expuesto al frío a 4.000 metros de altura. Al estar en ese lugar, la temperatura de su cuerpo descendió por debajo de los 36,7 grados (es decir, sufrió hipotermia). Por si fuera poco, durante los tres días que estuvo en coma, no recibió alimento ni agua y se deshidrató. Estas circunstancias hicieron que la vida de Parrado siguiera. Porque la inflamación del cerebro pudo expandirse a través de las fracturas y no lo mató. La deshidratación por la falta de agua y de alimentos y la altura limitó el crecimiento del edema cerebral. Y el frío permitió prolongar la sobrevida de las neuronas dañadas por el golpe.
Cuando despertó espontáneamente después de estar en coma, Parrado preguntó por su madre, que ya estaba muerta, y se arrastró hasta donde estaba su hermana en estado grave. "Esto demostró que no tuvo secuelas neurológicas. Su memoria y su capacidad cognitiva se conservaron en buen estado", afirmó el investigador Estol.
Después de una avalancha en la cordillera, Parrado con otros sobrevivientes intentaron varias salidas. Y fue él quien el 12 de diciembre de 1972 salió con otros dos compañeros rumbo al oeste para encontrar los valles de Chile. Pasó 10 días caminando sin mapa hasta llegar a dar con un arriero, quien ayudó para rescatar a los sobrevivientes que habían quedado en el lugar del accidente. "Hay que irse", fue la frase que guió a Parrado.
"Entonces, tuve un pensamiento poderoso como un rayo: no sé cómo ni cuándo, pero mientras esté vivo, voy a luchar por eso. Voy a atacar esas montañas con furia, voy a tratar de escalarlas, voy a buscar mi vida hasta que pueda y, como sospecho que no podré, pues moriré luchando, y cuando mi rostro pegue contra el hielo me levantaré de nuevo, hasta que llegue un momento en que no consiga incorporarme más", según contó Parrado en el libro La Sociedad de la nieve, del escritor y periodista uruguayo Pablo Vierci, publicado por Sudamericana el año pasado.
FERNANDO PARRADO
FAMILIA , CONFIANZA Y AMISTAD
Biografía
Nando Parrado nace en Montevideo, Uruguay, miembro de una familia de clase media. Hermano mayor de Susana y menor de Graciela, realizó sus estudios a nivel primario y secundario en el Stella Maris School. Desde temprana edad demostró especial habilidad para los deportes, convirtiéndose en capitán del equipo de Rugby de su colegio. En 1972, realiza un viaje a Chile con motivo de un encuentro internacional de Rugby. Desafortunadamente, el vuelo nunca llegó a destino y se estrella trágicamente a 18.000 pies en la Cordillera de los Andes.
Los siguientes dos meses y medio, cambiaron su vida completamente. Su madre y su hermana menor, fallecen en el accidente y Nando en un esfuerzo sobrehumano, sobrevive 72 días y encuentra su camino de regreso, después de 11 días de maratónica caminata.
Al poco tiempo del rescate de los sobrevivientes, gracias a la épica travesía de los Andes por Nando Parrado y su amigo Roberto Canessa, trabajó con Piers Paul Read, para escribir el best seller mundial «VIVEN», y 20 años después, fue el Asesor Técnico para la producción de la película «ALIVE». El papel de Nando Parrado fue interpretado por Ethan Hawke. Hoy en día, es un exitoso hombre de negocios y un deportista muy activo, está casado con Veronique y tiene dos hijas Verónica y Cecilia.
Es el presidente de la empresa familiar Seler Parrado S.A. y fundador de dos empresas de producción de televisión y una de televisión por cable.
Testimonio
El tiempo, que sana todas las heridas, ha colocado un velo sobre mis peores memorias y tristezas. Ahora recuerdo las partes más terribles de nuestra dramática situación casi como si lo hubiese leído en un libro.
Por vez primera, realicé que los Andes me había impactado mucho más de lo que pensaba. Me percaté de que no había manera de pretender que no había sucedido, e intenté aprender de la experiencia. Esto cambió mi vida en una forma radical.
Mi vida familiar se destruyó cuando mi madre y mi hermana perecieron en el accidente. Cuando regresé a casa, tuve la extraña experiencia de observar lo que habría sucedido si realmente hubiese muerto. Llegando a mi casa casi tres meses luego del accidente aéreo, me percaté de que mi ropa la habían regalado, mi cuarto ahora lo ocupaba mi hermana mayor, quien se había mudado con su familia, mis posters y fotos las habían quitado de la pared, y mi moto la habían vendido. No había rastro de mi, con la excepción de algunas fotografías en la sala y en el estudio de mi padre.
Un par de días después de mi regreso, fui a la misma pizzería que frecuentaba antes del accidente. Todos los jóvenes estaban asombrados de verme. Me pidieron autógrafos, y el propietario no me quiso cobrar. Yo era la misma persona, pero algo había cambiado en la forma como todo el mundo me miraba.
Antes del accidente mi mente estaba ocupada con mis estudios en administración de empresas, pero tan pronto como regresé me vi obligado a cambiar mis estudios por trabajo. Nuestro negocio familiar casi había sido destruido, dado que mi madre se encargaba de la mitad del trabajo.
Cuando uno es joven, uno se siente inmortal. No hay nada que te pueda hacer cambiar o destruirte. A través de nuestra dolorosa experiencia aprendí que la vida está entrelazada con la muerte; que estas son las únicas realidades de nuestra existencia. Uno nace y morirá algún día; qué pasa en el camino, nadie sabe de verdad.
Hay algunas cosas sobre las cuales he meditado profundamente a lo largo de los años; mi forma de pensar ha sido influenciada definitivamente por la experiencia de los Andes. Estoy seguro que lo mismo ocurre con los otros supervivientes. Estas cosas son: FAMILIA, CONFIANZA y AMISTAD.
A todo lo largo de los setenta y dos días que pasamos en la montaña, no había absolutamente nada a lo cual nos podíamos aferrar. Todo había perdido su significado. No había futuro …no había esperanza. Los estudios, el trabajo, las cosas materiales: nada tenía valor alguno. Pero omnipresente en todos estaba la necesidad del afecto familiar. Nuestro deseo de sentirnos seguros en una familia y nuestra necesidad de sentir y de compartir el amor de una familia, fue lo único que nos mantuvo hacia delante. De manera que ahora, luego de haber experimentado una situación humana en la que llegábamos constantemente, e incluso sobrepasamos, nuestros límites de sufrimiento físico y mental, he llegado a comprender que la FAMILIA es que lo que nos permitió sobrevivir.
Nuestras vidas honran esa realidad. Me encuentro en extremo feliz simplemente por el hecho de poder acostar a mis hijas cada noche. Esta realización no me ha separado de mi trabajo o “éxito” en la vida. Soy el presidente de varias empresas, pero no hay reunión de negocios o actividad comercial alguna que no cambiaría por los momentos de felicidad que tengo con Veronique y mis hijas. He aprendido que los momentos no se repiten, pero la próxima vez que esté muriendo se lo que estaré recordando: mi afecto y amor, no mis negocios, carros, contratos, préstamos bancarios, ganancias, e-mails, aeropuertos…
Otras de las cosas que de seguro se vio influenciada por la experiencia de los Andes fue mi CONFIANZA personal. He podido tomar decisiones en una forma relativamente fácil en muchos aspectos de la vida y del trabajo, debido a algo que ocurrió en las montañas.
Cuando me encontraba en la cima de un pico de 18,000 pies de altura con Roberto Canessa, observando el vasto escenario de picos nevados que nos rodeaba, sabíamos que íbamos a morir.
No había absolutamente ninguna forma de salida.
Entonces decidimos cómo moriríamos: caminaríamos hacia el sol, al oeste. Era mejor que congelarnos en la cima. Esta decisión nos tomó escasamente 30 segundos. Otras decisiones que he tomado más tarde en la vida no parecen más difíciles que decidir sobre mi propia muerte.
Tomar decisiones se me hizo más fácil debido a que yo sabía que lo peor que me podría suceder sería que estar equivocado. Comparado con lo que había experimentado, era nada.
Finalmente, esta el valor de la AMISTAD, de nuestros sentimientos de afecto y amor. Fue profundamente conmovedor ver a muchachos ayudando a sus amigos en una forma que jamás se hubiesen podido imaginar, incluso arriesgando y dando sus vidas por el prójimo. La amistad fue un factor determinante en nuestras posibilidades de sobrevivir y, luego de que logramos salvarnos, hicimos de nuestra amistad una parte importante de nuestras vidas. En ocasiones me pregunto por qué las personas necesitan experimentar situaciones extremas para comprender los verdaderos valores de la vida. Estos valores son tan claros y están tan cerca de nosotros, y aún así los atropellamos en busca de las cosas supuestamente “importantes”. El calor de mis hijas cuando las acuesto a dormir en las noches, o la presencia callada de mi esposa, Veronique, cerca de mí -momentos que no se repetirán-, esos son los valores importantes y duraderos.
¿QUIÉN ES PARRADO?
Nando Parrado es un conferencista reconocido internacionalmente. El ha logrado desarrollar estrategias para desbloquear el potencial de las personas y procurar la excelencia en sus lugares de trabajo y la vida. Es también el autor del “best seller”:“Milagro en los Andes”.
Nando ha recibido las tres mayores distinciones a las que pueda aspirar un Conferencista Internacional. En 2007, fue elegido “principal orador” por la IASB (International Association of Speakers Bureaus) y en 2009, fue seleccionado como “principal conferencista” de la NSA (National Speakers Association). En ambas ocasiones, la selección se realiza entre todos los conferencistas en actividad en el mundo. También ha sido tapa de “SPEAKER», la revista más influyente en la industria de las conferencias, en su edición de Junio 2009.
En 2010, Nando Parrado es elegido como “EL MEJOR CONFERENCISTA DEL MUNDO”en el WORLD BUSINESS FORUM (N.Y.)
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