PÁGINAS AMIGAS
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LAS LAVANDERAS Por Antonino Cabana |
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Aún en algunos países de África , Asia , América y regiones de otras naciones que siguen tradicionales costumbres, entre ellas , el de las lavanderas, en Uruguay que cree haber abolido esos familiares oficios y que hoy depende de todo lo importado y repudia lo nacional, de las lavanderas solo quedan alguna canción nostálgica y reconocida como las imágenes en un cuadro. La voracidad comercial, la vanidad del parecer y el vértigo de lo moderno sin analizar consecuencias , nos hacen depender de las grandes multinacionales que nos condicionan sobre lo que debemos consumir , como pensar y como llenarles los bolsillos. No en un tiempo lejano , nuestras incansables y experientes lavanderas, llegaban con los enormes atados a las márgenes de los ríos, arroyos o cañadas. Solitarias o en grupos, escribieron sus huellas en trillos o puliendo con sus lavados, las rocas planas, junto al agua , con la misma ternura de su fuerte brazo y mano que acaricia al niño en su pecho, trataba las prendas de vestir. En la campaña donde nací y crecí , mis hermanas mayores y mi madre como la de muchas familias, realizaban cotidianamente esas tareas, incluidas las pericias del planchado y remendado, muy común entonces y que hoy , la vanidad y la soberbia las denigra. Aun no eran muy conocidas las piletas de hormigón , nacidas en las ciudades y que como un gran adelanto, fueron sustituyendo esos sacrificados viajes a los cursos de agua. Los jabones de esas épocas, eran totalmente reciclables naturalmente y ecológicamente, carecían de los adictivos químicos con colores, aromas , suavizantes etc. cuya cadena es altamente contaminante. Las mujeres campesinas, tan numerosas como responsables, eran la gran colmena en campo y chacras, sostén de la familia, con pilares de amor, laboriosidad y fanática formación de las buenas costumbres. Hubo un tiempo hoy olvidadizo ni reconocido , donde nuestro campo y la producción agraria, independiente del costoso petróleo y los otros muy contaminantes adictivos importados, que albergó más de un millón de humildes uruguayos , cuyo amor a la tierra, el sacrificio y la paz social predicada, le dio grandeza , admiración y solidez a nuestra nación. También en los pueblos, villas y ciudades, las lavanderas junto a los costureras, tejedoras y planchadoras, fueron durante muchos años, una presencia requerida y valorada. Era una gran colmena de trabajo, en gran mayoría hogareño, de gran ocupación femenina, forjadoras de una responsabilidad hoy desaparecida, que era imprescindible junto con el amor , para la formación en el control del crecimiento sano y las conductas morales de los niños. Ese freno al ocio y al desprecio de los valores humanos, hacia impermeable a las sociedades en la contaminación de los vicios. No es que estemos predicando el retorno a esas épocas del esfuerzo, la solidaridad y los sacrificios que hace fuerte a las naciones ante las inevitables crisis. La aparición tecnológica y la insaciable eclosión de los productos químicos, son la incontrolable e inmoral contaminación, el espectro social del consumismo y la avidez sin freno para llenar mas y mas los bolsillos de los pocos beneficiarios del llamado progreso “biotecnológico” . La desocupación por la sustitución del humano por las maquinas, el confort , la sofisticada comodidad que mueve los equipos por un simple botón, el incremento brutal de todos los medios del juego, ludopatía social de hoy , tan nocivo como las drogas , el creciente e impune terrorismo amparado en la tecnología, la apología del menor esfuerzo, de las riquezas rápidas y fáciles, el egoísmo y las confrontaciones fraternas, hacen insostenibles la justicia, la paz y los derechos igualitarios. Vienen a colación estas situaciones, razonadas como perjudiciales a los esfuerzos y sacrificios de aquellos memorables oficios entre los que se encontraban las lavanderas. Todo está relacionado íntimamente ya que el mayor tiempo para el ocio, la pereza y las exageradas comodidades basadas en un consumismo irracional “mataoficios” , donde nada se repara y todo se tira generando basurales contaminantes y difíciles de ubicar, crea egoísmos , irritaciones y una constante preocupación para obtener recursos. Nacen así , los insaciables apetitos para la abulia y el placer . La franja social se dispara hacia las confrontaciones , estimuladas constantemente por los imperios del poder y la riqueza, quienes han encontrado en mercenarios al servicio de la psicología , las hábiles artimañas para fanatizar y robotizar a los pueblos. El mundo de la economía compa casi totalmente y los modernos y cada día más sofisticados medios de comunicación para condicionar a las masas , crear sus propios ídolos y los valores morales que les reporte mayores beneficios. Hoy casi nadie quiere mirar para los costados ni a quienes nos empujan de atrás. Solo avanzar por el camino que nos eligen hacia el resplandor fatuo de un progreso que nos quita más de lo que nos da, solo avanzar con los ojos cerrados y tapones en los oídos, sin importar que estamos pisando ni a donde nos conducen. |
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