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ESTRELLAS DEPORTIVAS
Juan Peregrino Anselmo


   
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Nació para ser un “dandy”

De Capurro es el Club A. Fénix, con el lila y blanco en su bandera y en sus casaca. La cancha era más arena que pasto, se tendía en un espacio bastante parejo detrás de la “Fábrica de Aguardiente” que dicho sea de paso, la fábrica una mañana se prendió fuego y los vecinos de todo el contorno fugaron cuando un informante despavorido anunció que iban a explotar los tanques de alcohol allí almacenado y ese estallido haría volar las casas de toda la manzanas del contorno, sin dejar una en pie. Hablando de incendios, el club Fénix, fundado casi a principios de siglo, se fundió varias veces y otras tantas, como el ave mitológica de la que lleva el nombre resurgió de sus propias cenizas. De ese barrio y ese club, de la solera futbolera de Capurro era Juan Peregrino Anselmo, cuya aparición en las carteleras del futbol de Liga se produjo al finalizar la década que va del 10 al 20. En el barrio lo llamaban “Nenín”. Nació para ser un “dandy”. Cuando botija ya definió la tendencia: era un escolar que se presentó a clase siempre vestido con pulcritud y peinadito de jopo con toque perfecto; al revés de sus compañeros de grado, “Nenín” se destacaba por ir siempre de guardapolvo limpio y bien planchado y, en días señalados, se daba el lujo de llevar a manera de corbata una preciosa moña de seda “Liberty”. Pero algo alteraba al niño “dandy” para hacerle perder la línea. Era cuando a la salida del “cole” , se armaban los partidos de fútbol y entonces adiós peinadita, guardapolvo y moño; entonces todos iguales, unos reítos llenos de tierra, rompiendo suela, reventando las pobres capelladas y dándole cada tarde a la vieja, al volver a casa, el disgusto de las pilchas sucias y los botines rotos.


Nenín Anselmo se enroló naturalmente en el Fénix del que era hincha casi desde el nacimiento. Tan pulcro como en el vestir, así era jugando; desde botija fue revelando un enorme talento para el fútbol, un estilo bien definido en el llevar la pelota, una singular elegancia en el gambetear, casi sin moverla ni despeinarse y una notable precisión y potencia para tirar al arco. Era casi un niño cuando esperó a entreverarse en los partidos de grandes y no había entrado aun en la adolescencia cuando ya vistió oficialmente la casaca de su amado Fénix, en los agitados partidos de las divisiones inferiores de aquel tiempo antes del 20, que no hay más que recordar cómo eran las canchas y los vestuarios con el barril en el techo para los llamados “baños” y las hinchadas pisando el borde de la cancha y una falta de seguridad total para el “visitante”, que quedaba así siempre a merced del “locatario”, para saber el espíritu heroico del que había que estar dotado para jugar en aquellas divisiones. En el año 1920 y Fénix  disputando el Campeonato de la División Intermedia, la difícil antesala de la primera. Para enfrentar a la Selección Maragata, una de las más fuertes del interior del país, se le confió a Intermedia formar un combinado con los jugadores más destacados de la División para echárselos a la poderosa y cacareadora selección de San José. Juan Peregrino Anselmo, “Nenín”, 18 años, un rostro de niño, su jopito temblón muy rubio y sus piernas un poco amacetadas, es el entreala izquierdo del combinado capitalino. Jugaron en el Parque Central. Nenín Anselmo hizo cosas notables, con aquellas de sus gambetas tan finas, apenas con un movimiento del torso, apenas con un leve vaivén de la cintura, si acaso un amague de hombros apenas insinuado y los contrarios pasaban de largo…que al verlo un hincha de la tribuna, una de esas voces anónimas que aplican el apodo perfecto o dan con la definición exacta, viéndolo accionar al chiquilín de Capurro con aquella distinción y aquella prestancia señorial que le dio personalidad tan definida en las canchas por donde pasó dijo : “Ese…ese es un jugador que juega con la pechera dura”. Se refería a aquellas impresionantes pecheras almidonadas que entonces eran imprescindibles y obligadas al vestir el smoking y el frac. Y era cierto. Juan Peregrino Anselmo parecía que jugaba de frac.

 

Nació para ser un “dandy” (Parte II)

Más parecía un caballero actuando o danzando sobre el parquet espejante de un salón, que un rudo trabajador de la pescadilla, tocado con leones cortos y calzado con tamangos fuertes. Aquella expresión del espectador del Tablón, aquel grito que brotó de la masa compacta de las populares, definió para siempre el más distinguido y más personal de los jugadores orientales en esos quince años que transcurrieron entre el 20 y el 35: “Es un jugador de pechera dura…”

El cisma producido en el fútbol en 1921, alteró el orden y revolucionó las normas con las que siempre se había manejado – celoso de las reglamentaciones – el balompié uruguayo. Se fundaron clubes nuevos, que sin más ni más, entraron a primera división de la Federación; en la Asociación fueron ascendidos a primera, por decreto, Bella Vista y Fenix ; varios clubes se partieron en dos tales como Wanderers y Lito, un equipo en cada liga y el paso de los jugadores de uno a otro bando, sin cumplir el menor requisito reglamentario, produjo una verdadera anarquía en la organización del fútbol. En el aspecto puramente deportivo, cabe decir que el cisma fue muy positivo , tuvo el carácter de un revulsivo para el ambiente;  le dio una nueva dinámica, permitió la revelación de grandes valores futbolísticos que actuaban oscurecidos en las divisiones inferiores, la mayoría atados por el amor al club y en línea general el episodio fue social y deportivamente, muy beneficioso. ¿Qué pasó con Nenín Anselmo? El cisma lo desprendió del club del barrio , como cuando un viento fuerte hace cambiar de rama al clavel del aire.

De Capurro se fue al Arroyo Seco. Tentado por el halago de jugar en la Primera, el Manquito Castro lo buscó, lo apalabró y se lo llevó al Lito de la Federación, donde se habían reunido parte de los jugadores del viejo tronco y otros que fueron rastreados en otros clubes, especialmente en las divisiones inferiores. Así pasé yo también, sin trámite alguno, del Suárez (Asociación, División Intermedio) a aquel Lito del Manco Castro y Anselmo, un equipo de juego, fuerza y goles, que no tenía cancha, ni sede, ni socios, ni libro de actas y menos que menos, plata, pero donde se jugaba al fútbol con alegría. Que era lo principal.

Y LOS GOLES

Pero para que la historia sea completa, quede dicho que Nenín Anselmo no pasó desinteresadamente al “Lito” de los “cuadrados”, porque los Lito´s se diferenciaban así: los de la Asociación eran los “redondos”, los de la Federación, los “cuadrados”. Y todo venía por la insignia del club. La original, la que llevaban en la casaca bordada los de la Asociación era un círculo; los de la Federación para diferenciarse había convertido el círculo en un cuadrado. Cuando los fue a buscar el Manco, además del halago de jugar en Primera, agregó la oferta de un “influyente” que estaba dispuesto a “acomodarlo” en un empleo de esos de por vida. Y efectivamente, Anselmo ingresó en la UTE, donde fue un funcionario ejemplar y se jubiló con los años de servicio y edad requeridos por la ley. Fue el pago por la transferencia. Así era el fútbol de entonces. ¿Dólares? No. Laburo, que se consideraba como premio y paga. El mejor premio y la mejor paga. Estamos a fines del año 24. Los “celestes” de la Asociación habían ganado el Campeonato Olímpico de Colombes. Que quede expresa constancia: en la esperanza, primero y en el júbilo por la victoria, después se asociaron todos los orientales. Al amparo de la admiración que habían causado los futbolistas uruguayos en París.

 

 

ANSELMO CON LA CELESTE (Parte III)

Peñarol terminó aquella gira no muy brillante por Europa, en Valencia, donde jugó dos partidos. En el primero de ellos ocurrió un hecho risueño que casi le cuesta a Nenin Anselmo un gran disgusto. Peñarol y el Valencia F.C. estaban cero a cero. De pronto, 2º. tiempo el infaltable penal a favor de los locales. Lo patean y ataja Legnazzi. El juez ordenó un segundo tiro por adelantamiento (falso de toda falsedad) del guardavalla peñarolense. El segundo tiro pegó en un palo, pero el juez anuló el tiro y ordenó una nueva ejecución, otra vez por supuesta falta del arquero. Entonces cuando el arbitro ordenó un tercer tiro Nenín agarró la pelota, se la llevó la colocó en el centro de la cancha, como dándole el gol a los valencianos y ordenando la movida. Casi lo “mueven” a Anselmo. Consideraron aquella humorada una ofensa. El juez lo expulsó. Fue la única vez en toda su carrera de jugador que lo expulsaron de una cancha. El tercer tiro penal fue ejecutado y atajado. Terminaron 0 a 0. Segundo partido el de la despedida, Peñarol 2 Valencia F.C. 1. En la mañana del encuentro confraternizaron los jugadores, y a Nenín Anselmo le presentaron al “jas” derecho del equipo valenciano, precisamente el que iba a marcar el ala Anselmo-Campolo. Meta conversar el el “jalva” rival, de pronto Nenín le pregunta:
“Digame amigo, ¿Usted se acuesta temprano?”  “ Y …regular – contestó el Valenciano y a su vez, preguntó: “¿Y usted por qué me lo pregunta?”
“Porque me palpita que usted esta noche se va a acostar temprano”.

Así quedó la cosa. En el partido, aquel ala izquierda de Peñarol, lo chapó por su cuenta al “jás” que pretendió “marcarlo”. Lo hicieron para todos lados. Y Nenín en “la individual” le dio un baile tan fantástico que el pobre muchacho al final no encontrabala puerta de salida. Cuando faltaban pocos minutos para terminar, Nenín recibió un centro de Antonio Campolo, paró la globa, la dejó caer, la pisó, la peinó, la amasó, la redondeó, la ablandó, la conversó, la arrimó y al final la castigó con un balín con el que marcó un gol de antología y se fue caminando muy sereno para el medio de la cancha. Los Valencianos, deslumbrados le tiraron los sombreros, entraron a la cancha, lo levantaron en andas, lo pasearon, lo llevaron al vestuario y allí, sobre el banco convertido en tribuna, Nenín Anselmo pronunció un breve discurso sobre la República Oriental del Uruguay y los valencianos que se habían afincado de antiguo entre nosotros. Así era el “Napoleón” del fútbol , el poeta de la pelota, recitador de versos. Cuando ya en traje se retiraba del estadio, vio al “jalva” contrario, que salió todo “derrengado” y tan “escashato” que casi no podía caminar. – “Y…amigo – lo saludó Nenín - ¿no le dije que esta noche usted iba acostarse temprano…?

¡CAMPEÓN DEL MUNDO!

Uruguay, un país tan apasionadamente futbolista, que además luce dos títulos olímpicos con valor de Campeón Mundial, es designado sede del Primer Campeonato del Mundo de Fútbol organizado por la FIFA. Y Montevideo, será el lugar del encuentro de los futbolistas del mundo. Se organiza el plantel de los “celestes”. Ahí está Nenín Anselmo, que atraviesa por un gran momento futbolístico. En la concentración de El Prado, todo es esperanza y ansiedad. Los equipos rivales, muchos desconocidos, merecen a todos un gran respeto. Pero ahí está Argentina. Viene por la revancha de Amsterdam. Todos saben que , salvo sorpresa en la final. Las grandes dudas de la dirección técnica del equipo celeste, donde mucha gente mete la cuchara, se plantean para formar la línea de ataque. Los de Nacional quieren colocar a los suyos; los de Peñarol no se quedan atrás en el propósito. Partido del “debut” contra Perú. La vanguardia “celeste” sale formada con Urdinarán, Castro, Petrone, Cea e Iriarte. No funcionó. Más bien cabe decir que no funcionó todo el equipo. Se ganó pero no alcanzó para evitar que un gran mareo ganara a todo el cuerpo dirigente de la selección y del fútbol todo…

 

(Querido lector hasta aquí la cuarta parte de este interesante trabajo : Estrellas Deportivas – Fascículo 87 “El Diario” – Escribe Diego Lucero)