Exposición de la Edila señora Graciela Ferrari.
En el antiguo mundo guaraní el Padre de la Patria pasó los últimos 30 años de su vida. En 1821, a los 56 años, llegó a la legendaria Villa de San Isidro Labrador de Curuguaty, que mantiene vigentes sus características, como permaneciendo en el siglo XIX.-
Compartió su vida con una mujer con la que tuvo un hijo, Clara Gómez Alonso y Juan Simeón, respectivamente. Vivió junto a su fiel negro Ansina, su caballo “El Morito” y su perro “El Charrúa”. Es este el período más misterioso y difícil de desentrañar en la impresionante trayectoria del Prócer.-
Instalado en esa Villa el escritor, periodista, historiador e investigador Nelson Caula, los descendientes actuales del héroe le revelan gran parte de sus más hondos secretos, que comienzan a esclarecer la trama de Artigas en ese país, particularmente la de su familia paraguaya.-
Entonces, el nombrado escritor presenta el libro “Artigas Ñemoñaré” traduciendo la desconocida estirpe paraguaya del Prócer uruguayo. Desde Paraguay el Padre Artigas añoraba la Constitución de 1830 y su Patria Oriental, pero cuando pudo regresar eligió quedarse en esa tierra con gente india y mestiza –su preferida- y rodeado de gauchos. El gaucho fue el primer indio que tuvo noción de Patria.-
Su trato con los indios se remonta a los años de rebeldías juveniles. Artigas vivió la mayor parte de su vida en la campaña, cuyas maravillas fueron causa para sus meditaciones. El cielo infinito, el mar, el agreste suelo, ejercen una singular influencia para la madurez de sus ideas.-
El Jefe de los Orientales llevó adelante más de una intensa relación afectiva, con las que conformó parejas –breves algunas, bastante prolongadas otras-, con varios hijos y fecunda descendencia.-
El pensamiento, la prédica, la acción –al decir de Caula- van de la mano con el de sus amores en su vida privada y afectiva, lógica coherencia que refleja en que dos mujeres por las que corría sangre india fueran sus primeras relaciones más o menos estables. Serían los hijos de Artigas figuras con enorme capacidad de liderazgo y destaque. Cualquiera fuera el nivel de actividades que desempeñaran, la mayoría en el terreno militar, hayan estado pocos años en él o no. Por sus mismas acciones no tenían cómo negar quien era su padre.-
Y dice Caula: “Sin duda, al igual que las dos primeras mujeres que amó de jovencito –la charrúa y la mestiza chaná- o las tres últimas –ya maduro una entrerriana y las otras dos paraguayas, las tres de raigambre guaraní-, José Artigas ni pudo ni le interesó esconder rasgos físicos que delataban su familiaridad ancestral con los más antiguos habitantes del mal llamado Nuevo Mundo”.-
La mujer charrúa.-
Fruto de una relación entre Artigas y una mujer charrúa o minuán, tal vez mestiza de ambas etnias, nació Manuel, “El Caciquillo” o Cacique Manuel Artigas.-
Su madre tenía una incomparable belleza, cuerpo bronceado, erguido, casi perfecto. Esa calidad de mujeres lucían una hermosa talla, altas y fornidas, adornándose con collares de cuentas y zarcillos, esbeltas y flexibles, bonitas bocas, dientes hermosos que jamás se caen, alimentadas con lo mejor y más balanceado. Casadas muy jóvenes, con hombres no tan jóvenes, compartiéndolas con otras esposas, acorde al sistema poligámico imperante.-
La moza chaná.-
Desde su vida rural, durante la infancia en campos de Casupá, Chamizo y Sauce, el Prócer se hace hábil en el manejo del caballo y el acarreo de ganado.
Residió largas temporadas en Soriano. En esa tierra mantuvo una de sus más prolongadas relaciones afectivas con una mujer descendiente de chanás, Isabel Velázquez, que le dio cuatro hijos: Juan Manuel, Clemencia, Agustina y María Vicenta. Esta villa fue fundamental en la formación del Prócer, donde vivió momentos trascendentales de su vida, donde amó, tuvo mujer e hijos y donde luchó por la justicia y el orden.-
Allí pronunció las primeras palabras de libertad que se escucharon en la Patria.-
Isabel posiblemente haya sido el amor de la vida de Artigas. En esos años cargados de graves peligros para el incomparable conductor, ella estuvo junto a él; fue su fiel confidente compañera. El Prócer, legítimamente orgulloso de una mujer dotada de tan hermosas cualidades, le entregó sin reservas su corazón. Isabel tenía 44 años. Abruptamente había terminado el largo romance con el General, por lo que se deduce que sólo la muerte de esta mujer pudo dar fin a ese apasionado amor de Artigas.-
Una mujer de gran significación.-
Artigas era aficionado a las lindas muchachas, fue un gran seductor. Una de esas lindas jovencitas pertenecía a la alta sociedad, por eso su nombre ha sido ocultado hasta hoy. Con ella trajo al mundo un hijo bautizado en Las Piedras con el nombre de Pedro Mónico. Este vástago fue reconocido por la familia Artigas, no así por su madre y la familia de ésta, que había desprendido todos sus vínculos.-
Rafaela Rosalía Villagrán Artigas de Artigas.-
Rosalía nació el 4 de octubre de 1775 en Montevideo. El 23 de diciembre de 1805 Dámaso Antonio Larrañaga, Teniente de Cura de la Iglesia Matriz de Montevideo, casó a José Artigas, Teniente de Blandengues, hijo legítimo de Martín José Artigas y de la finada doña Francisca Antonia Arnal, con doña Rosalía Villagrán , prima hermana de Artigas, hija legítima de don José Villagrán, prima hermana de Artigas, hija legítima de don José Villagrán y doña Francisca Artigas. Rosalía tenía un temperamento emotivo y recibió por línea paterna peligrosa herencia psicopática.-
José María fue el primer hijo de ambos. El 13 de noviembre de 1807 nace Francisca Eulalia, dos años después nace Petronila. Las dos fallecen antes de cumplir un año. Frustraciones tan inmensas hieren a esta debilitada mujer y la llevan a la depresión definitiva.-
Artigas fue con su esposa afectivo, caballeresco y desinteresado con sus bienes hasta la abnegación. En tiempos de noviazgo él la amaba y ella le correspondía con veneración. El Prócer no abandonó jamás en su desgracia a la que fue su esposa, con quien intercambió muchos dramas y pocas alegrías.-
Doña Rafaela murió como vivió en el Hospital de Caridad el 10 de febrero de 1824.-
María Matilda Borda.-
El 26 de febrero de 1813, fecha de la incorporación del Ejército Oriental al Sitio, determina el comienzo del período de máximo esplendor, poderío y prestigio del Jefe de los Orientales. En esa época muchas damiselas, antes del estallido revolucionario de 1811 o la Redota al Ayuí de 1812, pretendían al ídolo que arrastraba multitudes. Una de ellas acaparó las noches del conductor de todo ese pueblo en ese año tan fértil de discursos, instrucciones, definiciones ideológicas, asambleísmo profundizador de la democracia y organización del Gobierno y la Nación.-
Ella era la famosa pulpera de Tres Cruces María Matilda Borda, enorme exponente para la inspiración del Prócer en la confección y ejecución de todo ese vasto ideario. Matilda sería su compañera hasta que éste emprendiera su marcha solitaria “al lejano Norte” por enero del año 14. Matilda y José Artigas tuvieron un hijo bautizado en Las Piedras con el nombre de Roberto.-
La guaraní misionera.-
El Padre de los Orientales mantuvo una intensa relación afectiva con una mujer guaraní, con quien procreó a María Escolástica.-
María Escolástica dijo que su madre era una señora altamente colocada, que vivía en Entre Ríos. India guaraní, misionera o mestiza nativa. Escolástica conocía muy bien la identidad de la mujer que entonces se adueñó de los sentimientos del Prócer. Tenía razones para irse a la tumba con el secreto de ese nombre.-
Escolástica fue una mujer ejemplar para cualquier generación. Falleció el 6 de enero de 1897, en la modestísima casita de su hija de la calle San Juan al 63 del Barrio Bella Vista.-
La mujer de Artigas, Melchora Cuenca, la lancera paraguaya.-
De singular belleza mestiza, su piel hecha a caminos, a soles, a intemperie. De rostro atrayente y cierta esbeltez que conservó como fiel atributo a la raza guaranítica.-
Nació en tierras paraguayas en la década que va de 1780 a 1790.-
Artigas en segundas nupcias con Melchora.-
Fue para el gran Jefe de los Orientales, honrado en ese momento como Protector de los Pueblos Libres, la compañera silenciosa cuando sus cavilaciones, discreta mujer ante las tareas de gobernante. Al finalizar el año 15, Artigas estaba unido a Melchora. Su unión fue realizada un tanto en secreto en la Capilla de Purificación. Segundo matrimonio ante la Ley y ante la Iglesia del Protector de los Pueblos Libres. De esta unión nacen dos hijos: Santiago y María.-
Las circunstancias de la guerra obligan a la separación entre ambos y al adiós definitivo. Por más que Melchora fuera lancera del Ejército Oriental, el gran conductor no quería que corriera riesgos en aquel difícil año 1819 y le pidió que se retirara a protegerse en el Queguay. Melchora no entendió ni aceptó y el rencor se volvió irreconciliable. Artigas entendió que en ese contexto de aquel pueblo en éxodo permanente, Melchora corría riesgos, desde la detención para ser utilizada como rehén, hasta el riesgo de muerte.-
El deterioro de la relación llevaba más de un año. Comienza una nueva etapa de dolor para la fiel paraguaya y se agudiza la soledad de una mujer desconcertada por la pérdida de un gran amor.-
Clara Gómez y Juan Simeón.-
Fue en los albores de 1825 que Artigas comenzó a compartir su vida con una hermosa mujer mucho más joven que él: Clara Gómez. Fruto de ese amor nació Juan Simeón en 1827.-
De los treinta años de radicación de Artigas en Paraguay, Clara estuvo junto a él un cuarto de siglo, hasta la muerte del Prócer en 1850.-
Todas las mujeres que estuvieron afectivamente unidas a él fueron mujeres con mucha grandeza, que incidieron crucialmente en las decisiones del Prócer, y él las amó tiernamente. Prejuicios de la época no permitían siquiera considerar otra primera dama que no fuera la muy montevideana Rosalía. Es llamativa la facilidad con que se extraviaron documentos de entonces.-
Caula dice que, si bien queda una ardua tarea por delante, está satisfecho al haber saciado con creces las respuestas que fue a buscar entre nuestros hermanos paraguayos. Y agrega el escritor: “El pacto de unión entre dos pueblos por el que con tanta visión de futuro y pasión bregó el viejo Protector de los Pueblos Libres, ha quedado eternamente sellado en la persona del hijo de Clara: Juan Simeón Artigas”.-
A Caula: el reconocimiento por el gran aporte para la Historia y la cultura uruguaya.-
Muchas gracias.-
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